Como ya hemos ido discutiendo, en la
atmósfera terrestre se han incrementando los niveles de CO2 a partir
de las emisiones de este gas por la quema de combustibles fósiles. Antes de
estos eventos, este gas había mantenido un equilibrio importante en todos
los procesos relacionados con los ciclos del agua, del carbono, del nitrógeno y
del azufre. Estos ciclos han mantenido a nuestro planeta azul en equilibrio. Si
uno de ellos falla o se transforma, ocurren efectos sobre los demás, siempre en
la búsqueda del equilibrio dinámico
el dióxido de carbono es un gas que tiene la particular característica de absorber la radiación de onda larga (la que al llegar al planeta se refleja hacia el espacio exterior), impidiéndole abandonar la alta atmósfera. Una de las consecuencias de la retención de esta radiación, es un mayor calentamiento de la atmósfera, lo que a su vez afecta los patrones de comportamiento de los vientos, de las precipitaciones, en fin, del clima en general del planeta; ocasionando, entre otras consecuencias, el derretimiento de casquetes polares e intensificando las tormentas y las sequías.
Aunque los gases de efecto invernadero constituyen tan sólo el 1% del total de los gases atmosféricos, su capacidad de atrapar la energía degradada es enorme. Al quemar cada día mas combustibles fósiles, en la práctica estamos haciendo que el planeta se caliente mas y tan rápidamente que la naturaleza y la sociedad humana a duras penas podrán adaptarse.
el ser humano produce más CO2 que cualquier otro gas de efecto invernadero, y este es un gas de muy larga duración (entre 50 y más de 1.000 años) en la atmósfera. Sin embargo, es importante recordar que no es el único gas de efecto invernadero, ni tampoco
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